Una escena nocturna. Podría ser cualquier lugar, un sitio indefinido, pero es el cruce del bulevar Moulay Youssef con la avenida de Hassán II en Casablanca. Durante unos meses viví en un apartamento en el décimo tercer piso de un viejo edificio, pleno centro y con las mejores vistas de la ciudad: el mar al fondo, la gran mezquita de Hassán II y en primer término los árabes del parque de la Liga Árabe. Desde aquella vivienda Casablanca hasta parecía una ciudad bonita, que no lo es, aunque a base de pisarla y de renegar de ella al final empiezas a cogerle un cierto cariño y a descubrir su belleza dura y sucia. Por las noches salía al balcón y me tomaba una cerveza; de vez en cuando hacía fotos. Las nocturnas, entre el zoom y el tiempo de obturación quedan un poco borrosas pero para mí están llenas de significado e historia.
Si pudiésemos aumentar los límites del cuadro veríamos completa la media rotonda, comprenderíamos que los bultos que vemos son pilas de periódicos y revistas y aparecería el vendedor a su lado. En la parte superior nacerían los troncos de los árboles, un poco más arriba una antigua pista de atletismo. Zonas oscuras. A la derecha, al lado del vehículo, las vías del flamante tranvía. Hacia la izquierda avanzaría el bulevar Moulay Youssef, dividiendo el parque en dos; si nos adentrásemos un poco más llegaríamos a unas zonas con cafés populares, de esos en los que una pareja puede hablar y pasar la tarde de domingo, pero donde estaría mal visto que juntasen las manos (lo cual no quiere decir que no lo hagan). Finalmente, por la esquina inferior izquierda en seguida veríamos un edificio oficial, tipo gendarmería, de aire colonial.
Casablanca noche I, 2015. Acrílico sobre lienzo, 40x40x3,5 cm.