En la última recta de su vida y antes de doblar la última curva del camino, el viejo emperador se vuelve, nos mira y nos saca la lengua. Consiguió mantener unido el frágil imperio durante los casi 68 años de su reinado. Su matrimonio, a pesar de la imagen almibarada que se ha creado, fracasó prematuramente y la emperatriz vivió alejada de la corte y finalmente fue asesinada por un anarquista en Ginebra. Su hermano Maximiliano aceptó el trono de México y acabó fusilado en Querétaro, a raíz de todo esto su cuñada Carlota enloqueció. El príncipe heredero Rodolfo, su único hijo varón, se suicidó con su amante en Mayerling. Su sobrino Francisco Fernando, nuevo heredero al trono, fue asesinado en Sarajevo en 1914, sirviendo de detonante a la Primera Guerra Mundial.
Francisco José, a pesar de las desgracias, nunca desvió su atención de las obligaciones del gobierno y fue un monarca trabajador y metódico que antepuso los intereses del estado a los personales. Hasta el último día estuvo despachando asuntos de gobierno, poco antes de morir. Es lógico que, tras tantos años aguantando el tipo y, quizás intuyendo que con él moría una estirpe y una época, se permita la licencia de burlarse del espectador.
Franz Josef I, 2015. Acrílico y pintura dorada sobre cartón, 44x 50 cm.
Francisco José I de Austria, emperador de Austria; rey apostólico de Hungría; rey de Bohemia, de Dalmacia, de Galitzia y Lodomeria, de Croacia y de Iliria; rey de Jerusalén; archiduque de Austria; Gran Duque de Toscana y de Cracovia; duque de Lorena, de Salzburgo, de Estiria, de Carintia, de Krajina y de Bucovina, de la Alta y la Baja Silesia, de Módena, Parma, Piacenza y Guastalla, de Auschwitz y de Zator, de Ciesyn, Friuli, Ragusa y Zara; conde de Habsburgo y del Tirol, de Kyburg, Gorizia y Gradisca, de Hohenembs, Feldkirch, Bregenz y Sonnenberg; gran príncipe de Siebenbürgen, príncipe de Trento y Bressanona; margrave de Moravia, de la Alta y la Baja Lusacia y de Istria; señor de Trieste y Cattaro, gran voivoda de la voivodía de Serbia...
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